Noticia en el periódico "La crónica" de la leche Betty Miguel Bortolini
Coloquialmente conocido como “Bortoleche”, Miguel Bortolini Castillo, tiene tras de sí una curiosa historia como “luchador social”: fue distribuidor de lácteo contaminado con heces fecales y hasta coordinador de seguridad de Marcos. Entre 1998 y 1999 el entonces legislador capitalino encabezó a un grupo de 9 diputados perredistas que, como él, se dedicaron a comercializar la hoy famosa Leche Betty. Se calculó entonces que diariamente se llegaron a vender hasta 130 mil litros del producto, principalmente en tres delegaciones: Coyoacán —que ahora gobernará Bortolini—, Cuajimalpa, que administrará otro de los involucrados en el caso Betty, el también ex legislador Ignacio Ruiz, e Iztacalco. Las bolsas del lácteo, a un costo de 2.50 pesos, tenían los colores del PRD, amarillo y negro, además del logo de la Asamblea Legislativa del Distrito Federal (ALDF), y los nombres de los diez legisladores, según el punto de distribución. El hecho de vender el lácteo hubiese pasado desapercibido, a no ser porque ese “programa de abasto” fue investigado —a instancias del PAN— por las autoridades electorales locales, por presunto desvío de recursos de la ALDF, asunto que finalmente no derivó en sanciones. Bortolini Castillo y el resto de los vendedores del lácteo también fueron investigados por la Comisión Nacional de Garantías y Vigilancia (CNGyV) del PRD, que indagó sobre las presuntas prácticas clientelares. Este proceso fue a iniciativa de militantes perredistas, quienes denunciaron el presunto condicionamiento de leche a cambio de la afiliación al PRD, dado que la venta del producto ocurrió precisamente en las cercanías del proceso interno de relevo de dirigencia. La indagatoria duró varios meses, después de los cuales se trató de apagar el asunto. Se sobreseyó el caso y finalmente no se aplicó ninguna sanción, aunque perredistas como Carlos Imaz, Armando Quintero –virtuales nuevos delegados en Tlalpan e Iztacalco—, la hoy lideresa nacional Rosario Robles y Marcos Rascón, repudiaron públicamente las prácticas corporativas protagonizadas por los llamados diputados “lecheros”. A ese cariz político se sumaron los estudios de calidad de lácteo que se ofrecía a las clases más necesitadas. El Laboratorio Nacional de la Secretaría de Salud (Ssa) detectó la presencia —hasta 300 veces más del nivel tolerable— de “bacterias coliformes totales”, usualmente presentes en heces fecales y causantes de enfermedades gastrointestinales. Y una investigación de Crónica detectó porqué. La empresa Superlechería SA de CV, fabricante del lácteo, estaba ubicada en la carretera a Teoloyucan, junto al canal del desagüe. Además el valor nutricional estuvo también en duda, pues se detectó que lo que se vendía como leche era en realidad un probable derivado de soya.